sábado, julio 05, 2008

De cuando los contenidos transversales se nos pueden ir por el desagüe

En el blog de un comentarista de este blog he visto este video, y después, buscando entre los videos colgados por este colgado (disculpen el juego de palabras fácil) vi, también, este otro video, y me generó un par de reflexiones en relación a los contenidos transversales, específicamente los actitudinales del tipo "valorar y cuidar los recursos de trabajo", que tanto incapié hacemos todos los docentes en nuestras clases, por razones obvias, y lo relacioné con las diversas tácticas de resistencia "pasiva" de los alumnos ante la autoridad del profesor (están descritas en varios libros, y seguro que todos las hemos usado en algún momento, y hemos sido víctimas de ellas en otros momentos, de grandes y ejerciendo la profesión).

Si apareciera un alumno esgrimiendo cualquiera de estos videos, en los cual aparece "legitimado artísticamente" la destrucción de un objeto, concretamente un violín, ¿cómo deberíamos reaccionar? Podría plantearnos que, como hecho artístico, nuestro alumno desearía destruir su propia flauta dulce (grabándolo en video, por supuesto...), ¿qué argumentaríamos? Obviamente, apelar al mundo real y/o al reglamento de la escuela y a esas cosas nos haría escurrir el bulto, pero la realidad es que parte de lo que tenemos que enseñar tiene que ver con las nuevas prácticas musicales, los nuevos lenguajes, y este tipo de cosas también son una "nueva práctica musical", un "nuevo lenguaje".

En fin. Evidentemente, ningún alumno nos podrá hacer salir del mundo real en el que los alumnos NO destruyen su flauta dulce como parte de una actividad escolar, pero creo que es una interesante hipótesis la de la destrucció de la flauta dulce para reflexionar acerca de la música y acerca de nuestra profesión.

12 comentarios:

Óscar dijo...

jejeje me ha hecho mucha gracia la situación que has planteado, imaginarme a algún alumno emulando a Jimi Hendrix quemando su guitarra, a The Who al final de un concierto... también me he acordado de Kiyoshi Awazu con su piano en llamas.
Yo por si acaso no pienso hablarle a mis alumnos de Piero Manzoni en plástica, vaya a ser que me traigan un obra de arte en lata...

Fer Nando dijo...

Es que es un tema que tiene juego, y que incluso nos obligaría a preguntarnos si, verdaderamente, enseñamos música (la música como arte, quiero decir).

Estamos obligados a ceñirnos a determinados límites que, en definitiva, repugnan a la idea del arte tal como hoy la conocemos. En realidad, enseñamos un sucedáneo conservador de la música.

Si yo estuviera lo suficientemente loco como para rifarme mi futuro profesional "por mis ideas" podría, con justeza, preparar una unidad didáctica para una oposición en la que el acto musical fuera, precisamente, explorar las sonoridades y lenguajes que se pudieran hallar a través de la destrucción de una flauta dulce. Podría presentar bibliografía, ejemplos ilustres tanto en el ámbito de la música clásica como popular, y algún etcétera más.

Precisamente porque no es el objetivo, realmente, de nuestra tarea el enseñar la música como arte, es que no podemos crear una unidad didáctica como la que acabo de pergeñar. Además de la música, debemos enseñar una cantidad insoslayable de contenidos transversales, y esos contenidos son los que transforman a nuestra tarea en un sucedáneo de lo que es el arte "hasta sus últimas consecuencias" (para llamarlo de alguna manera).

En fin. Si alguna vez sale en los diarios que un maestro enseñó a destruir una flauta dulce en una clase, ese maestro no seré yo...

PD) ¿Alguien se anima a diseñar una U.D. como la que he descrito, aunque más no sea como ejercicio intelectual?

Anónimo dijo...

Hola, soy estudiante de magisterio musical y desde hace uno o dos años sigo al tanto de las novedades del blog. Me gustaría saber qué sonoridades y lenguajes musicales se podrían hallar en la destrucción. Da igual que sea de un violín o de una silla, creo que la destrucción es destrucción, destruir algo creado, cosa que la música no hace, ella solo crea. Otra pregunta que me hago a veces es: ¿Cual es el sentido de la asigantura en primaria o en la educación en general? porque ¿Formamos músicos? ¿Enseñamos para que los niños se sientan bien con ellos mismos?

Gracias de antemano.

Óscar dijo...

Hola Descartes, no creo que en el artículo ni en la discusión estemos haciendo una apología de la destrucción de instrumentos musicales como expresión artística en la educación. Más bien todo lo contrario. Creo que lo que Fer ha querido decir es que existe una parte del arte, ya sea música, artes plásticas, performance o lo que sean, que es transgresor, y precisamente por ello entra en conflicto con las instituciones educativas, obligatorias o no, que por definición van a intentar defender y perpetuar el arte "establecido" y "culturalmente válido", por llamarlo de alguna manera, por ejemplo, la tradición clásica occidental. Puede gustarnos o no este arte transgresor, pero no se puede negar que para algunas personas... es arte. La transgresión forma buena parte de la historia de la música, obras revolucionarias en su día y que escandalizaron a la sociedad se estudian hoy día en libros de texto. El arte transgresor, que remueve conciencias, ¿tiene menos valor que el arte al servicio de un mecenas, que el arte como gozo estético, como entretenimiento, o la música de ascensores? En el fondo el arte como transgresión es un concepto muy romántico, en el sentido del siglo XIX.

Lo interesante de esta cuestión es la paradoja que se produce, el choque de las instituciones educativas, en esencia conservadoras culturalmente, con las nuevas corrientes artísticas transgresoras; y esta incompatibilidad demuestra que la educación artística es incompleta. Creo que es eso lo que quería decir mi amigo Fer. Eso sí, yo también digo lo mismo que él: no seré yo quien anime a destruir una flauta a mis alumnos como expresión artística. Bastante trabajo nos lleva enseñarles que cuiden los instrumentos y demás materiales de trabajo. Evidentemente en primaria no se puede ni se debe adiestrar músicos, sino educar integralmente a personas a través de la música. Pero no deja de ser interesante esta paradoja... por eso me la he tomado con humor.

mjose dijo...

A mi personalmente me horroriza cuando veo la famosa imagen de Jimi Hendrix destruyendo su guitarra. Pero es una cosa personal, no me gusta la destrucción de los objetos y menos los que son capaces de producir sonidos tan bellos.

En relación a la pregunta que formula Descartes me voy a permitirme el responderle. No es por hacer publicidad de mi blog que ya sabeis que no me parece correcto pero como el tema me interesaba publiqué un pequeño estracto de una entrevista que le hicieron a Pep Alsina de "porque la educación musical no necesita justificarse"
Aquí teneis el enlace por si os apetece leerla:
http://macedoniaweb.blogspot.com/2008/02/entrevista-pep-alsina.html

Un saludo

Óscar dijo...

Hola Allegra, me ha gustado mucho tu post y la entrevista a Pep Alsina. He leido varios libros suyos, es un crack.

Creo que este debate sobre la destrucción de instrumentos musicales es bastante interesante. Seguramente Jimi Hendrix no pretendía agradar quemando su guitarra... ¿El Arte debe buscar siempre la Belleza o el placer por la contemplación de la perfección estética? Tolstoi dijo que el arte es como el alimento: no todo lo que comemos nos gusta, no todo lo que nos gusta es bueno, por lo tanto, no todo lo que no nos gusta deja por ello de ser arte.

Lo que no discuto es que en la educación musical en la educación obligatoria tenemos otros objetivos... como no traumatizar a nuestros alumnos con Jimi Hendrix jeje

¡Un saludo y no dejes de actualizar tu blog!

Luis José dijo...

que gusto que de algo haya servido mi blog:

- veo un video en youtube.
- ese video me llevo a otro en un enlace relacionado y totalmente al azar.
- hago click en él sólo por curiosidad. Me gusta.
- lo subo a mi blog.
- comento en este blog.
- el enlace de mi username los lleva a mi blog.
- Ven el videito y lo consideran interesante.
- Postean un artículo relacionado y este artículo genera discusión.

en fin... la web 2.0 funciona!

Óscar dijo...

jeje Ya te digo!! Sí que ha traido cola el video.
Un saludo

Anónimo dijo...

Hola a todos:

Óscar estoy contigo en que a las instituciones no les gusta el arte trangresor, más bien les gusta la inmovilidad. Debussy ya tuvo que enfrentarse a ellas cuando comenzó a incorporar las escalas pentatónicas y exátonas pero simplemente rompía con lo establecido, Honnegger con su "rugby" o su "locomotora" intentaba plasmar lo que veía. Shonberg hizo lo suyo "destruyendo" la armonía tradicional, seguido por sus discípulos Webern y compañía. Está también el tratamiento del silencio con el "4:15" o el piano preparado, está toda la música contemporánea que se escribe hoy en día para percusión como Takemitsu o Keiko Abe que trangreden los límites de la música. Todo esto sin olvidarnos de Bernaola. Creo que el arte transgresor debe o debería ser aquel que aporte algo nuevo, constructivo, innovador. El todo vale lo emplean los artistas que no tienen ideas o sus ideas no conllevan nada nuevo al mundo musical. Hace poco más de 15 días discutía con una amiga pintora la famosa pregunta: ¿Qué es arte?, ¿Quién dice lo que es arte? Preguntas sin respuesta a mi entender.

Óscar dijo...

Desde luego cada época y corriente histórica ha tenido su concepto del arte, hoy en día cada individuo puede tener una diferente visión de lo que es el arte sin que necesariamente tenga que haber una correcta y las demás estén equivocadas... se podría resumir que algo es arte para ti si tú lo percibes como arte. Para Murray Schafer todo el Universo sonoro es música...
De todas maneras, de estos vídeos de una "supuesta" obra artística consistiendo en la destrucción de instrumentos musicales se podrían sacar dos conclusiones positivas:

1. Que los autores no podrán escudarse en la "novedad" para volver a destrozar un violín por muy barato o made in china que sea...

2. Que nos hayan afectado de tal manera que estemos discutiendo animadamente sobre el concepto del arte, la música y diferentes corrientes estéticas, e incluso sobre la vanguardia en la escuela...

Un saludo ;)

Fer Nando dijo...

Qué tal, Descartes:

Creo que, a pesar de que tenés razón en lo que planteás, tus planteos no apuntan a lo que escribo en el blog. No estamos discutiendo la validez o no de determinadas acciones, por muy transgresoras que puedan llegar a ser. Tampoco estamos discutiendo si esas acciones serán aceptadas, o no lo serán, o cuánto tiempo se tardará en hacerlo.

Lo que yo planteaba en el post versaba sobre el conflicto de intereses entre los contenidos artísticos y los contenidos actitudinales. Entiendo que, llegado un punto, los contenidos actitudinales funcionan como un corset del que no se puede salir, a pesar de que pueda estar más que legitimado, desde el contenido conceptual y/o procedimental, el realizar determinada/s actividad/es en la escuela.

Precisamente ese freno que impone el contenido actitudinal es el que hace que, desde un punto de vista y en determinadas circunstancias, creo yo que incluso se podría afirmar que nuestra actividad como docentes no es "enseñar música".

Ese era mi planteo; por eso, precisamente, invitaba como "ejercicio intelectual" (y entendido desde lo lúdico) a diseñar una Unidad Didáctica centrada en la destrucción de una flauta dulce.

¡Saludos!

Anónimo dijo...

Tienes toda la razón ferbr1, se me ha ido el santo al cielo. Pero era por lo raro de pedir la U.D.
También tienes toda la razón en que los contenidos actitudinales te atan las manos para cualquier cosa fuera de lo "normal" Porque ya me dirás como le explicas al director del cole que tus alumnos van a destrozar sus flautas para experimentar un nuevo lenguaje. Vamos, seguramente te hace cojer una baja psicológica. Y conforme están las cosas hoy en día destrozar algo se puede ver como una manera de emplear la violencia y si encima hay niños de por medio el lío puede ser monumental. Aunque seguro que más de un crío se quedaría de lo más tranquilo para el resto del día.

Un saludo y gracias por el blog. Me ayuda bastante en la carrera.